GRACIAS POR FORMAR PARTE DE "COMO UNA LUNA EN EL AGUA"

marzo 28, 2009

Dispersión






Autora: Griselda Espiro

La miró porque necesitaba mirarla. Deslizó el aire del aliento con una mueca tímida, y siguió mirándola, en un permanecer sin deseo.
Ella volteó, insignificante, sin altas ni bajas: viva.
Él se acomodó en el gesto, y sopesó los indicios que no tenía con la luz de ese momento.
Ella le sonrió con la sonrisa libre, transfigurando la mirada en caricia y un raro aura, en promesa. No había distancia más corta que la de permanecer en él (en un permanecer sin deseo).

Dolientes del tránsito, fenecían las estrellas a trasluz de ventanillas empañadas, cuando las luces increcendo daban cuenta inexorable de la siguiente estación.
La mujer se levantó del asiento y volteó, significante, con altas y bajas, negada a la pequeña muerte.
Hacia él, el mundo. Hacia él, la respiración corta, el latido de galope, la sangre y la deliciosa quietud de un permanecer con deseo.
No tenía registro de lo que lo que le pasaba, pero quería que le pase. Tenía las prisas que anhelaba desobedecer, los mapas que le trazaron, y la euforia (vaticinada de lágrima).
No podía sucederle esta noche tan bella, al tiempo de la llegada.

Las luces terribles asediaban la penumbra íntima. Descenderá muy pronto. Descenderá. Y abajo, en el andén de cada día, sabe, los sueños callan.
El tren aminora la marcha, mientras los ojos más profundos le abren la tierra donde cada pisada. Ella opone la espalda, se sujeta. Compone una expresión anónima, sin faz, y resuelve no girar ¿para qué?
Él guardará el reflejo y los perfumes, tendrá tornasoles en su paleta de mañanas. A ella le quedarán los prismas de esos ojos cristalinos en un permanecer sin deseo.

El tren se detiene. Ella recibe un viento que le desenrosca la bufanda, saca la otra mano del bolsillo, se incorpora. Solivia el bolso, estruja el boleto, inclina la cabeza, y se eriza, cuando al cuello le suben como filo tres palabras: no te vayas.


20-06-06

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