GRACIAS POR FORMAR PARTE DE "COMO UNA LUNA EN EL AGUA"

agosto 28, 2009

¿AGENDAMOS UN TIEMPO PARA SER FELICES?


Administrar tiempo es administrar vida. Componer nuestra cotidianeidad debería ser una tarea mejor pensada, procurada en un equilibrio sano, con espacio para los recreos y sobre todo, el afecto.

Armamos rascacielos de tareas con el afán de “aprovechar” cada día. Vamos arduos y afectados tras la producción de bienes en pro de un estándar de vida para nosotros y los nuestros. Y llegamos al final del día, haciendo la cuenta de las horas que nos quedan para descansar hasta el otro día. Y cada oportunidad nos parece irrepetible, entonces, arremetemos contra las matemáticas, sobrestimamos los márgenes y proliferamos compromisos que luego nos agobian, incluso llegamos a padecerlos y así, recurrimos a contener el exceso: posponemos o dejamos de ser y de hacer. Nos conminamos urgentes y atravesamos las horas en un conteo que descansa para no terminar del todo.

Tengo que hacer ésto y aquello, y después lo otro, y se me vence el pago del impuesto y vendrán los albañiles, y los chicos y el colegio de los chicos y mi suegra que necesita las pastillas y hay que desparasitar el perro y la casa necesita una limpieza y el auto necesita un service y el gerente me pidió un informe y yaaaaaaaaaa!” Y adónde quedó nuestro momento, ese que nos da una tregua y nos recuerda la vida y cuál causa nos lleva tan lejos sin detenernos, para cumplir acabadamente menos con lo que refiere a nuestra esfera íntima.

Alguna falla nos juega en contra cuando agendamos nuestro día si nos faltó el dulce momento de la recarga, el instante de paz, el placer de darnos gusto, el mimo, la gracia de cierta compañía, el divertimento… No vale descartar el momento de ser felices y aludo a esas felicidades pequeñitas que nos ejercitan en el disfrute sin culpa, tan necesario y saludable emocional y físicamente. Un fármaco no reemplaza la alegría de vivir, tampoco el sosiego que genera equilibrarnos ni la satisfacción sin culpa… La vida puede que sea una ensalada enriquecida con variedad de colores, sabores y también aderezos, pero cada uno en su justa medida.

Amarnos, querer estar bien, continuar sin agobio requiere vida, momentos de vida, de dejarnos estar y mirar el cielo, de besar sin prisa, de alojarnos en un abrazo tierno, de escuchar esa música que nos cambia el ánimo, de compartir la risa… de jugar y recrear el bálsamo de la ternura, la conquista de una mano extendida.

Seamos capaces de agendar un tiempo para ser felices. Decidamos sobre nosotros y permitamos que este día brille con un sol precioso dentro de nuestro pecho. Inventemos un reloj modificable, hagamos un resorte permisivo en medio del ajetreo, maniobremos el salto y por fin, ¡vivamos!

Griselda Espiro

agosto 09, 2009

EXHORTACIÓN A PENÉLOPE

Penélope,
con su bolso de piel marrón
y sus zapatos de tacón
y su vestido de domingo.
Penélope
se sienta en un banco en el andén
y espera que llegue el primer tren
meneando el abanico.

Dicen en el pueblo
que un caminante paró
su reloj
una tarde de primavera.
"Adiós amor mío
no me llores, volveré
antes que
de los sauces caigan las hojas.
Piensa en mí
volveré a por ti..."

Pobre infeliz
se paró tu reloj infantil
una tarde plomiza de abril
cuando se fue tu amante.
Se marchitó
en tu huerto hasta la última flor.
No hay un sauce en la calle Mayor
para Penélope.

Penélope,
tristes a fuerza de esperar,
sus ojos, parecen brillar
si un tren silba a lo lejos.
Penélope
uno tras otro los ve pasar,
mira sus caras, les oye hablar,
para ella son muñecos.

Dicen en el pueblo
que el caminante volvió.
La encontró
en su banco de pino verde.
La llamó: "Penélope
mi amante fiel, mi paz,
deja ya
de tejer sueños en tu mente,
mírame,
soy tu amor, regresé".

Le sonrió
con los ojos llenitos de ayer,
no era así su cara ni su piel.
"Tú no eres quien yo espero".
Y se quedó
con el bolso de piel marrón
y sus zapatitos de tacón
sentada en la estación.
Letra de la canción "PENÉLOPE" de Joan Manuel Serrat



Cambia tu patético vestido de domingo
y olvida esas fotos que guardas
en el bolso de piel marrón.

Líbrate de tus zapatos de tacón,
deja que pasen el primer, el segundo
y el último tren…

¡Corre y amárrate a la vida!
Arroja el abanico y siente el viento en tu cara,
haz que un sol resplandezca
de inconmensurable mañana.

Que si tu amante se fue
no esperes se marchite en tu huerto
hasta la última flor,
no te conviertas en pobre infeliz,
ofrécete la oportunidad
y despega del tedioso banco de pino verde.

¡Existes más allá de lo que sientes!
y el desamor se cura con vida…
No estropees tu presente
no te suspendas,
refuerza tu sonrisa
y que los ojos te brillen
a pesar de que un tren
no silbe a lo lejos.

Que la espera se come los sueños,
abnegada Penélope,
que ignoras el correr del tiempo
y la vida es tiempo.
Que si él llega…
acaso golpee la puerta
y que los otros que ves
no son muñecos,
que no les escuches hablar,
que hables tú con ellos,
que disientas y consientas,
que te involucres con tu entorno
y no seas la estática ruptura que invalida
sino el devenir que pulsa y que recrea.

¡Ay, Amiga Penélope,
qué bien te sienta esa seda natural
con un escote que profana
y esas gafas y ese color de pelo,
derrochas vitalidad,
que tú no vas en tren,
que a ti te lleva un avión
y de seguro harás escala
distante, suelta, recuperada
del tedioso banco de pino verde!


Autora: Griselda Espiro


08-08-2009