GRACIAS POR FORMAR PARTE DE "COMO UNA LUNA EN EL AGUA"

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mayo 13, 2009

Pleamar



Autora: Griselda Espiro




Y no sabe de alquimias la pena


con que se paga una dicha


y la piel no posee razones


porque no existe más prisa


que la de sentir.



Y en ese afán loco y hermoso


se rompe de cielos la envoltura


y queda expuesta la identidad más oculta


y el mundo se cae


con su perfume y su marea.



Y se busca la salida en la frontera con el otro,


y entonces,


se dibuja el abrazo,


se acometen paraísos en saltos que no advierten


la impiedad del vacío.



Y se ama, se ama,


ciegamente se ama,


y el mundo se cae


con su perfume y su marea.



18-4-2009

mayo 03, 2009

Moratto



Autora: Griselda Espiro


Flores de ensueño en el ojal del viento. Remembranzas. La locura tiene sabores extraños y convida a los que no pudieron, que hicieron carne del amor.

Él se olvidó de este mundo que seguía andando. Lo deambuló, manso. Se dejó durar.  La pena y la obsesión enquistadas le abrieron un abismo en el pecho. El paisaje lo incorporó con su estampa borrosa en las calles. Tenía silencios en los bolsillos rotos del saco gris y expiró v      yyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy                                arias veces como los gatos.

La barba le escondía alguna que otra mueca cuando diafanizaba el humo del cigarrillo que armaba. Las lágrimas solían despegarle las pestañas y le remontaban los párpados hasta unas cejas pinchudas y entrecanas. Un cacho de intemperie le anidaba en los surcos de la piel. Labios pequeños, de aspecto deshidratado, orejas alargadas, melena corta, un par de huecos en el rictus. La mirada noble y buceadora… Moratto.

Le pesaban las piernas enfermas de várices, úlceras y otras plagas. Una circulación pésima. El vientre hinchado por la cirrosis, con un aliento de alcohol y tabaco, fermento de bodegón.

Caballero gentil, conversaba las fábulas. Con modales finos y frazadas de papel. Era un pan de Dios, Moratto, y más de un vecino intentó rescatarlo pero la bohemia se lo llevó al carajo y le firmó las auroras de soledad.

Un camino de poesías te abriga en las veredas de mi memoria, y un viejo jazz me suena con lo ronco de tu voz. Te evoco y me duele el amor, Moratto. Decían que amaste hasta el extremo, que por ella dejaste una vida de señorito educado, que tu familia portaba linaje, que fuiste procurador, que llevabas libros contables de administraciones bien remuneradas y, me consta, dominabas el inglés.

Corazón de crisantemo y escarchas en pedo. Dormías entre los muertos en algún banco de mármol. Tenías las madrugadas incrustadas en los huesos pero el escabio ayudaba a calentarte el triperío. Dandi sin espejo. Hasta delirabas con comer y repartías para todos.

A dónde te fuiste, Moratto. Con el paso lleno de cansancio de vivir, con los pantalones manchados de tierra y pis. Te escuchaba en la ventana del kiosco, me saludabas con tu sonrisa pastosa entre marrón y amarilla. Decías cosas tan lindas.

Prestidigitador de los espacios exteriores, te seguíamos el juego, Croto querido. Te quedaste duro en el cementerio. Tu ánima se elevó a los cielos y vaya a saber si la muerte te liberó del estigma. 

Te recuerdo, Moratto, y me viene una congoja a la garganta.

La locura tiene sabores extraños y convida a los enamorados irredentos, a los poetas, a los tristes y a los puros como vos.

Septiembre 2008

abril 29, 2009

Craquelé




Autora: Griselda Espiro




Arbitrio solapado


es agonía del mientras.



Solemne muerte chiquita


la del día que se fue,


cinta imparable


que corre los rostros



y devela la marca



y otorga la ventaja de haber sido



y pergeña el orificio de nacer para el instante.




01-05-2007



abril 26, 2009

Habida cuenta...




"La cicatriz no es más que la trinchera
desde donde responderé a quien me llame."

Lupe Barquiza




Si de asomarme por las hendijas comprobé que había cielo,

y respiré

y pude

y puedo sobrevolarte, y puedo

sobrevolarme,

exenta de las maneras

sin la aviesa pena de lo que perdí

sin el presupuesto inútil de lo que perdería,




qué más da:

inocente, culpable o desidiosa,

no me cabe el regreso

y te contemplo

como quien mira en el propio espejo

el paso necesario

entre sentirse y ser.

Autora: Griselda Espiro

07/08/2008



abril 22, 2009

Necesariamente



“En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.”
Alejandra Pizarnik




Saudades de mujer
que se anima y sortea
su esquizofrenia de gataflora
y niega y confiesa y pega
diez evidencias entre cien condenas.

Un globo terráqueo le gira encima
aunque ningún giro consigue
retornarla.

Tiene fuelles de culpas
soplándole la oreja, entonces
obedece y vuelve,
pero ningún mandato le restaura
los sones y los soles, y puede
que no se encuentre,
porque no está.

Mira la burbuja donde se recrea
y le solventa inquietudes la carencia
de haber perdido
trayecto en los trayectos
(necesariamente).




Autora: Griselda Espiro                                           28-11-05

abril 19, 2009

Herida de nacer


“la vida puede ser un vendaval
que sacude mis sueños y tus duendes
pero
la vida tiene obligación de muerte”

Mario Benedetti



Cuántas vidas en esta vida,
con la herida de nacer bosquejada en la garganta.
Maneras que orientaron el tallo hacia la flor.

Postas atrás, la mirada.

Espuma de permanencia y trago que no se bebió.

Cuántos cielos en este cielo de abrazos y migajas.

Alguien pasó por aquí,
alguien no tiene tiempo,
ahora.


Autora: Griselda Espiro
14-03-2007

abril 15, 2009


Alas ligeras a la muerte
(para que se vaya)



Autora: Griselda Espiro

Una quietud de horas en duermevela le empastaba la boca y le imponía ronqueras azules en la garganta roja. Veía desde lo alto una calle, ruidosa, tragimágica, como de cera derretida y fuego, cinta movediza con asteriscos y líneas de colores que se desplazaban echando claridades, tal vez, sobre algún rostro, algún ceño fruncido, algunas palideces de nube sin agua.

Drásticamente abjuró el vicio con el último cigarrillo, estrujó el paquete vacío y caminó sobre la senda gastada de los otros, al tiempo que filtraba, entre sus piernas adormecidas, el viento gris del pasillo gris. Sospechaba infiernos en cada sonido, la herían los maullidos y las caídas estrepitosas de los gatos sin dueño, los cuchicheos, el envión de los ascensores, los gemidos, la tapa de una olla, las ruedas del carro y el tubo de oxígeno que vibraban sobre andamios de urgencia o ese runrún de las palomas en las cornisas; y sus pichones, desprevenidos del alba, anidando en los huecos de los muros, esos muros que gritaban sin voz ni asombro, así las palomas no se marchaban.

Ella sabía, los miedos apretujados en el vientre. Los dedos exiguos de señalar razones. Pero no resignaba la esperanza, y oía, silenciosa. Cadente y silenciosa. Sola entre familiares soledades, las sentencias de los vigías inermes.

¿Quién pudiera modificarle el peso a la vida cuando se cae, y ponerle alas, alas ligeras a la muerte? A la muerte sí, para que se vaya.

Blanca de no querer pasar por lo que pasaba, tenía tanto cielo sin rezar en las estampitas de su cartera. Todavía le quedaban, las caras de los ángeles, mirándola, por las hendijas de las puertas cerradas.

¿Cuál hambre? ¿Cuál sed? ¿Cuál cansancio anestesia el dolor de una despedida?

Bajó la escalera donde los pisos húmedos y ni siquiera marcó sus pisadas. Salió hacia la calle que parecía lejana. La sobrevolaron las palomas. Los muros le gritaban, apiñándole los hombros con un ábaco de recuerdos. ¿Quién se llevó las palabras?
Era otoño incipiente. Amanecía noche un día de marzo.


23-02-2006

abril 13, 2009

Primapiedra




Autora: Griselda Espiro



Quién se autoproclama juez
y resuelve casto
(perdón, oh verdugo)
cuando sabe que alguna vez
cerró la puerta
y al volver no estaban
ni el pálpito ni el púlpito ni Dios.

Quién no desoye los lamentos
y luego gime
con su clavo y su madero
hasta la próxima resurrección.

Quién dice no soy como aquél
para después ni ser.

09/09/2005

Tres fases

Autora: Griselda Espiro

Fase 1

Delicia en la mirada.
Palabras de arena
y el beso
besándome.


Fase 2

Un sol a pleno
el deseo
en un tuve tiempo sin tiempo
y edad sin edad.


Fase 3

La visa del sueño
y más allá de la ceguera
en la playa sola del después
el amor muriéndose.


01-07-2005

abril 11, 2009

Flashes



Compañía
La mujer se miró al espejo y vio la soledad
acariciándole la espalda.


Desatino
No era serio aquel hombre, se robó una flor y me dijo te quiero.


Indiferencia
La hojarasca le abrazaba los pies, otoño en celo. Aún así,
fue primavera.

Autora: Griselda Espiro

22-12-07

abril 09, 2009

Esquina de medianoche




Autora: Griselda Espiro



El perro ángel que ignora, por costumbre, al auto que pasó.
La común ausencia, en dominó con una fatiga que también se fue.



¿Quién dice soledad sin primero sentirse solo?

Alguien se golpea la boca, y el grito
reverbera con dibujos de escalas
que trepan los canteros de la plaza.
Almas y destellos de almas,
rosas,
bajo un rocío
que purifica pasto y aire, poniéndole aureolas
a las luces amarillas que parecen blancas. Un rocío
ajeno
a los recovecos de las palomas
y a los recintos de las sombras (de esas,
las muy sombras,
que pergeñan ardides, para que una vez más,
sobre el sendero de baldosas rojas,
un hombre y una mujer
se mientan eternidad).

La quietud me incorpora
hasta respirar
los vértices fríos,
me busco en derredor,
indago los espacios
y resuelvo con una zozobra pagana.
Soy presencia que no impide
el remolino de las hojas,
me recrea en paralelas la noche,
sin mirar que miro
las agujas del reloj.


¿Quién dice soledad sin primero sentirse solo?


13-05-06

abril 05, 2009

Mensaje



Autora: Griselda Espiro


Dile a la que fui,
que me habita todavía
donde la corte celeste de su risa
y el eslabón verdiazul de su tristeza.
Dile que juega en mi gesto con el desenfado de un sol,
que no aprendí a ser
sin ella,
que no me juzgue si la negué,
y comprenda,
fue cabal estrategia.
Dile que le guardo los brillos,
le atesoro la música,
le relevo los poemas cursis y la envuelvo
con olor a tabaco rico y el ruido
que hacen al estrujarlos, los paquetes vacíos de los cigarrillos.
Dile que la espero en el banco recién pintado de una plaza
con el vaticinio del rezo y la fábula de un romance nuevo,
con las cuentas de nácar por series de diez
y el después de una promesa.
Dile que no estaba tan equivocada
pero que por favor...
no insista con lo de la otra mejilla.


21-10-2006

abril 04, 2009

Completud




Autora: Griselda Espiro


Sucederé no cabe un punto y aparte
aparte de ayeres no tendría presentes
presentes que fluyan futuros rosas
rosas que perfumen con o sin heridas de espinas
espinas que me capaciten para seguir naciendo
naciendo desde los fragmentos cortos largos huecos
huecos de no pude y hoy puedo menos
menos lazos y más certezas
certezas de cuáles distancias son cercanía
cercanía que no duela pero resista
resista montañas que van a Mahoma o ardores de la otra mejilla
mejilla acotada mejilla encallecida o mejilla de acero
acero como yelmo que salve que impida
que impida otro golpe otra lanza otra soledad
soledad pudiera desamor no
no cabe un punto y aparte
aparte de mí
mi vida

11-01-07

abril 03, 2009



Fuera de Abril


Autora: Griselda Espiro


Caminó hasta el bar, posó el gesto en la pantalla de video clips. Intermitente como las carteleras, le pidió fuego al pibe del ciber. Miraba y miraba el suelo sosteniendo el peso que cargaba en el pecho, cuando instintivamente pidió pista aventando la última lumbre de su cigarrillo. Se abrochó la campera. Guardó los puños cerrados en los bolsillos, y el quid y el desatino juntos, puestos a ser, en un bollito de papel. Cruzó la avenida -desprevenido- a escasa distancia del atropello con unos locos carnavalescos en un tuning volador. Viró la cabeza y siguió, con los ojos vítreos en la niebla del enésimo cigarrillo. Y al espejear de su figura sobre un escaparate, se vio. Solo. Era el prestidigitador de las sombras, hilvanando gemidos y silencios sobre la faz del no tengo.

La noche era Nadie. Nadie, apoderándose de las almas rotas. Nadie, desbaratando las luces verdes, rojas, azules, naranjas, violetas de la fuente de los deseos. Nadie, vaciando los ecos junto al crujir de cien hojas amarillas. Nadie, con barajas de luna nueva y un reloj, que cortaba los aires con temblores de gong.

Iván debía llegar a casa. Dormir para ir despierto al trabajo y que no lo sancionaran. A casa. Con el perro Floyd y la gata Marí. Escucharía radio, accedería a la red, y por ahí, tal vez con el chat, alguien le diría mieles. Un intento más para evitar esa búsqueda inconsciente de Abril, en derredor de Nadie. Abril, que se llevó el sosiego y hoy, tampoco llamó. Y no llamará, ni mañana ni pasado. Iván lo sabe pero no encuentra sitio para lo que siente, y le duele. Le arde, le pica ese límite confuso entre un pasado temprano y un presente tardío.

El hielo flácido de su aliento lo determinó a tomar un taxi, y después de una curva laaarga entre pensamientos estériles y diálogos monosilábicos con el chofer, llegó. Fuera de Abril, la casa era Nadie. Como la noche, el pibe del ciber, los locos del tuning, las luces de la fuente, el gong del reloj. Preparó un café mientras Marí saltaba de su letargo a la silla más próxima. Una, dos, tres cucharadas de azúcar y por fin, ese ruido de hogar con la cucharita revolviendo dentro de la taza, y ese remolino, oscuro pero dulce, y un aroma, un calor. Y Marí, sobre la falda estrechando su manita que engancha la trama del pulóver, y un ir... acostumbrándose para que la casa, la noche, la vida fuera de Abril, no sean Nadie, a pesar de haber perdido aquella otra identidad, la de hombre feliz.

28/05/2005

Pasajeros



Autora: Griselda Espiro


I

Posó la risa leve, la palabra leve y la mirada leve
como un pájaro que revoloteaba cielos de incienso.

Dejó correr la dádiva. Sostuvo la copa.

(No intentó más que el viento dentro del viento.)

II

Tener un hombro cerca equivale a veces
a querer cerrar los ojos y esconder
margaritas en los bolsillos de nadie.


III

Con la secuencia lógica de las cosas lógicas,
abordará otros barcos
hasta fugar el deseo a puertos extraños

y no encallará

y no sufrirá averías

(tampoco morirá de amor
tras oír el canto de la sirena).

29-09-2007

marzo 29, 2009



Cenicienta Now


Autora: Griselda Espiro



Vestida de fiesta
perdió la sandalia de cristal
cuando aún brillaba tenue
su sonrisa bijou.

Sola en la casa,
-¡hombres! –exclamó-
mientras colgaba con histeria indecorosa
sobre la percha rota de la magia
una foto, un anillo,
el lado frío de la cama,
una llave, un portazo
y deshilachado,
un perdón.

09-10-2004

marzo 28, 2009

Dispersión






Autora: Griselda Espiro

La miró porque necesitaba mirarla. Deslizó el aire del aliento con una mueca tímida, y siguió mirándola, en un permanecer sin deseo.
Ella volteó, insignificante, sin altas ni bajas: viva.
Él se acomodó en el gesto, y sopesó los indicios que no tenía con la luz de ese momento.
Ella le sonrió con la sonrisa libre, transfigurando la mirada en caricia y un raro aura, en promesa. No había distancia más corta que la de permanecer en él (en un permanecer sin deseo).

Dolientes del tránsito, fenecían las estrellas a trasluz de ventanillas empañadas, cuando las luces increcendo daban cuenta inexorable de la siguiente estación.
La mujer se levantó del asiento y volteó, significante, con altas y bajas, negada a la pequeña muerte.
Hacia él, el mundo. Hacia él, la respiración corta, el latido de galope, la sangre y la deliciosa quietud de un permanecer con deseo.
No tenía registro de lo que lo que le pasaba, pero quería que le pase. Tenía las prisas que anhelaba desobedecer, los mapas que le trazaron, y la euforia (vaticinada de lágrima).
No podía sucederle esta noche tan bella, al tiempo de la llegada.

Las luces terribles asediaban la penumbra íntima. Descenderá muy pronto. Descenderá. Y abajo, en el andén de cada día, sabe, los sueños callan.
El tren aminora la marcha, mientras los ojos más profundos le abren la tierra donde cada pisada. Ella opone la espalda, se sujeta. Compone una expresión anónima, sin faz, y resuelve no girar ¿para qué?
Él guardará el reflejo y los perfumes, tendrá tornasoles en su paleta de mañanas. A ella le quedarán los prismas de esos ojos cristalinos en un permanecer sin deseo.

El tren se detiene. Ella recibe un viento que le desenrosca la bufanda, saca la otra mano del bolsillo, se incorpora. Solivia el bolso, estruja el boleto, inclina la cabeza, y se eriza, cuando al cuello le suben como filo tres palabras: no te vayas.


20-06-06

marzo 22, 2009

Virtual




“Como en la infancia,
fuimos felices por error.”
Laura Wittner


Quién prioriza la llanura
en la sinuosidad de lo aparente.
A quién le importa que no sea luz propia
la ambivalencia del reflejo.

¿Cuánto tendrá de dibujado el amor
para que sea?

31-03-2007

Autora: Griselda Espiro

marzo 15, 2009

Pistas




Autora: Griselda Espiro


Hurgué los espacios que me dejaron, y acepté.
Al borde, cristal y piedra,
ausencia fui.

Cerré salidas y demoré destinos.
No supe potabilizar maneras ni esconderme.
Mentí las fórmulas para no suceder.

Aprendí a ser pequeña
y a nacer sin culpa
entre placebos convincentes y expectativas dudosas.

Yo, armadura oxidada
pero con las ranuras necesarias
para espiar los molinos de viento.

Con el relevo de los cargos y las herencias,
la conquista de querer a los demás, queriéndome,
la ventura renovada y el olor a fresco,
la pasión en los ojos y en el cuerpo,
el periplo de vivir,
o de morir hacia el intento.

26-05-2007

marzo 09, 2009

EL PORQUÉ DEL NOMBRE DE ESTE BLOG


Comparto con ustedes el Capítulo 7 de la Obra "RAYUELA" de Julio Cortázar.
Hete aquí, de su última oración, que tomo el nombre para este blog.

(Nota: Les confieso que desde que lo leí, fue inevitable que me enamorara de Julio Cortázar, ¡lo amo! jajaja. Disfrútenlo, ¡vaya manera de describir un beso!)


Capítulo 7 - RAYUELA

Julio Cortázar

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.